jueves, 10 de enero de 2013

Parte 6 - Alberto, el grillo bailarín

No me hablen de él!

No me lo recuerden!

Fué mi mejor amigo cuando eramos larvas, o eso pensé, pero la realidad era otra, se aprovechaba de mi! Alimentaba mis inseguridades con comentarios "amigables" que yo pensabe eran bien intencionados, por lo que bajaba mis defensas y penetraban con toda su amargura en mi ser.

El sabía bailar, como pocos grillos he visto hacerlo, al igual que yo no le gustaba cantar, creo que cantaba peor que yo, y eso ya es mucho decir! pero el tenía otra arma para llegar al corazón de las damas, su baile, y en especial el tango!

Cuando intento conquistar a mi Carmela fue el fin de una "amistad" y el pricipio de una rivalidad, que hasta la fecha continua. Como pudo hacerme esto?

Era una mañana fría, en ese entonces todavía no emprendía mi primer vuelo, recuedo que estabamos en la cueva, protegidos de ese clima polar,  Carmela junto a mi, ya casí convencida de que sus antenas hacian juego con las mías, su sonrisas coquetas que me invitaban a declararle mi amor, sus lindos labios verdes, sus cuatro juegos de ojos revoloteando como dientes de león al viento, en nuestros silencios tejiamos un pacto, una promesa.

Fué cuando Alberto entró, bailando y bailando, con una gracia, debo reconocer, impresionante!
Carmela no pudo mas que reaccionar a su ritmo, y moviendo sus extremidades superiores, medias e inferiores, se alejó de mí.. Rompió ese pacto y esa promesa  silenciosa, al rimo de un tango que para ella sonaba dulce, pero para mi amargo.

Me sentí doblemente traicionado, no entendía lo que pasaba, y era más fácil volverme la victima, y no asumir mi responsabilidad, Creer que en mi imaginario ella estaba sincornizada conmigo, que de manerá mágica, sin yo decirle palabras, ella entendía mis señales, que ella sin saber, rompió las expectativas que había puesto en ella, para que me salvara..

Como reclamarle esos acuerdos no escritos, que ella "debió" entender!

Durante mucho tiempo ese momento fue el pretexto perfecto para justificar mi sufrimiento, porque es más fácil echar culpas que vernos en el espejo.

Primero la conciencia, para que después venga la responsabilidad, es la única forma de avanzar.

Auque creo que ya lo superé, no me hablen de Alberto, y no me pongan un tango, por favor.

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