domingo, 3 de marzo de 2019

Volando a lo desconocido.



Mucho tiempo ha pasado, días, meses, años… que la musa no veía a visitarme, o tal vez yo no tenía el tino de prestarle atención, inmerso en los torbellinos llenos de estrés, o en la tranquilidad que te brinda una estabilidad emocional.


Debo de admitir, con tristeza que deje de ser grillo, me aleje de mis alas, y me creí ejecutivo, me creí amante, me creí que podía ser alguien normal.

Hoy amanezco con sentimientos de grillo, veo mis alas arrumbadas, y me las vuelvo a colocar, viendo cómo se adaptan a mi espalda, y como en el mismo momento en que me tocan, se desborda mi corazón, me tiemblan las manos y se me nublan los ojos…

Que me pasa? porque tanta emoción contenida? Tantas cosas que tengo que contar y estaban bloqueadas, esperando a que me decidiera ponerme las alas, tantas lágrimas, tanto miedo, tanto caminar sin rumbo, extrañando volar sin saber que eso es lo que extrañaba.

Pero la decisión está tomada, me vuelvo a poner las alas, y dejó a un lado el miedo a sentir miedo, descubro mi corazón, y lo conecto a las alas, y estoy dispuesto a volver a volar.

A dónde me lleva esta nueva aventura? seguro, como toda aventura que valga la pena, me llevara a lo desconocido, me regalará la dicha de ver con nuevos ojos lo cotidiano, y emocionarme al descubrir sonrisas que siempre estuvieron allí.

Como grillo que ahora soy, dejare el equipaje que cargo conmigo, que antes era ligero y ahora es una carga dolorosa, si, hablo de tus sonrisas y tus abrazos eternos, que fueron combustible, que llenaron mi alma, y que ahora casi un siglo después de de que te fuiste, no me dejaban volver a volar.

Dejó el papel de maestro, de quien todo lo sabe, y me declaro alumno eterno del camino.
Dejó el papel de protector, de que todo lo puedo, y me declaro un grillo tratando de sobrevivir a los caprichos de la vida.

Hoy dejo de invernar, dejó de dormir las emociones, y abro mis alas, para intentar, recordar cómo volar.

Bienvenido Abelardo, te extrañe.